Las condiciones actuales de mercado exigen a las compañías una firme renovación del modelo de producción. Se demanda servicio, aptitud, conocimiento y eficiencia. Ello requiere un equipo extraordinario, un equipo compuesto por profesionales experimentados que aportan sus conocimientos a la ejecución de las construcciones y complementan la labor de los proyectistas con la finalidad de obtener un producto de calidad para el cliente final.
¿Cómo definimos un producto de calidad en construcción?
En primer lugar debe cumplir de un modo digno el fin para el cual fue diseñado. Debe resolver las expectativas generadas en la fase de diseño y las mismas deben mantenerse en el tiempo. La armonía y la estética son también importantes, unos buenos acabados son vitales en un producto de este tipo, así como la durabilidad y la inexistencia de patologías. Otro punto a tener en cuenta es el óptimo funcionamiento de las instalaciones. En definitiva, estamos describiendo un elemento funcional, ejecutado con mimo, que amplifica la nobleza de los materiales utilizados y que perdura en el tiempo. Además de lo anterior, se debe añadir una ejecución eficiente y en el plazo previsto. Como se puede presuponer, no es una tarea encomendable a cualquier organización.
Por todo ello, se debe apostar por un nuevo modelo de construcción, un modelo que engloba el triángulo directores de proyecto, constructor y cliente, definido en un entorno cercano, transparente y con el objetivo común de construir un referente.
Éste, es el modelo propuesto, un modelo que aporte una experiencia agradable y positiva para todos los intervinientes y que aporte como legado la satisfacción y la buena construcción. Un modelo que huye de engaños, malestares y patologías; algo desgraciadamente, más habitual de lo deseado.
Un ejemplo de esta disposición se presenta en la vivienda unifamiliar. Un tipo de construcción que la mayoría de los particulares ejecuta una vez en la vida y ante la cual se presentan temores sobre en quien confiar este tipo de actuación. Este modelo se llevó a cabo en una vivienda en A Ferrala, Oleiros. La satisfacción de un cliente agradecido, unos directores de proyecto orgullosos de su obra y el reconocimiento del constructor ante una eminente ejecución avalan este modelo de trabajo.
En este caso se partió de un profundo análisis inicial, se elaboró una propuesta matizando las particularidades de la ejecución de las distintas unidades de obra, determinando tipos de acabados, envejecimiento y alternativas funcionales caracterizando las ventajas e inconvenientes de la adopción de distintos criterios en la selección de materiales e instalaciones. Ello permitió una ejecución seria, acordada y carente de imprevistos; así como un cumplimiento estricto de los plazos de ejecución.
Este nuevo modelo de construcción es el que se debe desarrollar, orientado totalmente al cliente y a sus necesidades, resolviendo todas sus inquietudes, aportando alternativas viables y ejecutando una construcción suprema.